Dicen que después de la tempestad siempre llega la calma. En las islas Phi Phi (Tailandia) tienes una excusa para comprobar si esto es cierto.
Si nos ponemos románticos, es verdad que cualquier lugar del mundo que elijas para disfrutar de tu luna de miel será un paraíso terrenal. Al fin y al cabo, tiene bastante sentido eso de que lo importante no es dónde viajar sino con quién. Pero ¿Y si pudieras tener las dos cosas? ¿Un destino de ensueño con la mejor compañía? Una isla como Phi Phi tranquila y paradisíaca en la que reponer fuerzas después de una intensa temporada de preparativos nupciales, puede ser la mejor opción.
Encontraréis la magia del lugar al que nos referimos en el sur de Tailandia, en la provincia de Krabi, entre la isla de Phuket y la costa oeste del país en el mar de Andamán. Hablamos de las islas Phi Phi, que en realidad son un archipiélago formado por dos: Phi Phi Don (la más grande) y Phi Phi Leh, que consiste en anillos de roca sedimentaria que forman la bahía de Maya.
No podemos negar que con el paso del tiempo, la isla de Phi Phi Leh, ha ido aumentando su número de visitantes, aunque todavía están consideradas como un paraíso natural extraordinario. Y parte de la culpa la tiene la película La playa (2000) en la que, y atención a la paradoja, Leonardo DiCaprio es un joven mochilero que viaja hasta Tailandia, donde conoce a una pareja de franceses que le hablan de una isla paradisíaca que nunca había sido profanada por los turistas. Y efectivamente así era en realidad, pero justo a raíz de la película este trocito de Tailandia empezó a convertirse en un lugar demasiado popular. Tanto es así que en el año 2006 el Supremo condenó a la 20th Century Fox a restaurar el medioambiente de la isla. Y es que el turismo masivo de la zona ha provocado, entre otras cosas, la destrucción de los corales que habitaban en la bahía de Maya, por culpa de las lanchas y embarcaciones que atracan cada día en la propia playa.
A pesar de todo, las islas Phi Phi siguen cautivando a todo aquel que las pisa. Afortunadamente, con o sin turistas, aquí hay espacio para todos los gustos, y en eso reside parte de su encanto. Para llegar, la única opción es coger un ferri que parta desde Phuket, Krabi, Ao Nang o Ko Lanta, aunque en este último sólo funcionan en temporada alta (de noviembre a mayo). El recorrido dura entre dos y tres horas que te sabrán a poco, porque os permitirá observar islotes deshabitados y acantilados inmersos en aguas de colores turquesa.
Hay muchas actividades que podéis hacer en la isla. Os recomendamos una fotografía (o todas las que queráis) de recién casados en el mirador de Phi Phi Don. La subida puede resultaros agotadora, pero merece la pena porque las vistas desde la cumbre quitan el aliento. Se aprecian las bahías gemelas y la imponente Phi Phi Leh. También es un lugar perfecto para los amantes del buceo, porque por suerte, sus fondos marinos permanecen menos alterados a pesar del incremento de los visitantes. Abundan los peces globo y los peces erizo, distintos tipos de peces mariposa, y lo que más llama la atención: los peces escorpión. Otra opción es apuntaros a una excusión en barco para disfrutar de las impresionantes playas, y si alargáis lo suficiente vuestra luna de miel, incluso podéis aprovechar vuestra estancia en la isla para sacaros el título de buceo o hacer un curso de escalada.
Con el objetivo de preservar el lugar, a pesar de la invasión turística, en Phi Phi Leh no hay ninguna opción de alojamiento. Así que para dormir tendréis que trasladaros a la isla vecina, Phi Phi Don, donde podréis escoger entre una gran variedad de opciones, desde hoteles en plan mochilero hasta resorts de lujo. Por ejemplo, Zeavola Resort, al norte, está totalmente enfocado a las parejas que desean pasar en las islas su luna de miel. Todas sus suites, situadas en plena playa, son románticas y lujosas, y su spa parece un lugar ideal en el que olvidarse de todos los nervios y estrés de la boda.
Si necesitas información adicional puedes consultar a través de nuestra página especial de novios.