Irlanda es un país pequeño y encantador con castillos medievales, emblemáticos monasterios, milenarias abadías, inmensos valles y misteriosos lagos que ofrecen un paisaje sin igual
Dublín
La capital irlandesa es el punto de partida perfecto para iniciar una ruta por Irlanda. Situada a ambas orillas del río Liffey, esta pequeña y compacta ciudad ofrece a cualquier visitante la oportunidad de descubrir sus raíces vikingas y la época dorada de su historia, a través de sus palacios, museos, catedrales y monumentos. Pasear por sus calles, parques y jardines resulta toda una delicia.
Dublín hay que recorrerla despacio, disfrutando de sus rincones a la manera tradicional o bien con otras alternativas más divertidas, como la ruta del Ulises de James Joyce, la ruta de los fantasmas, aparecidos y duendes u otras igualmente literarias. Existen rutas del terror que hablan de crímenes, fugas, asesinatos y traiciones. Todas ellas amenizadas con todo tipo de actuaciones. La gastronomía irlandesa es sencilla. Su cerveza es buenísima como la Guinness, la Murphys, la Kilkenny, sin olvidar el «whiskey» como el Jameson o el Bushmills. Aquí se pueden visitar algunas de las destilerías históricas. No hay que dejar de probar sus magníficos dulces y sus riquísimos panes.
Condado de Kerry
Continúa la visita en el condado de Kerry donde encontrarás uno de los paisajes más sublimes y bellos de Irlanda. Sus rutas de parajes excepcionales, sus maravillosas costas y calas, las históricas calles de sus ciudades, las ruinas prehistóricas de algún edificio neolítico, la variedad de sus frondosas montañas, sus ríos y su rica fauna, la convierten en un destino de ensueño.
Killarney
El siguiente destino de esta ruta por Irlanda es Killarney, una curiosa ciudad que alberga más catedrales e iglesias que casas. Su principal atractivo es el Parque Nacional de Killarney.
Hasta 10.000 hectáreas conforman este parque en el que se intercalan paisajes de humedales con agrícolas regiones y árboles de hojas caducas, muy importantes para la madera de roble que se obtiene en esta zona. Entre sus históricos edificios, cabe mencionar el monasterio de Centurary construido alrededor del siglo VII, un castillo normando situado en la isla de Ross y la majestuosa mansión de estilo victoriano.
Otro de sus atractivos es el lago Leane, uno de los más grandes de Irlanda.
Connemara
Esta región agreste situada al oeste de Galway debe formar parte de su ruta por Irlanda. Aquí se halla el Connemara National Park, un parque formado por turberas, montañas y lagos. Más de 2.000 hectáreas de extensión donde se elevan las cuatro montañas de Twelve Bens. Benbaum es la más elevada con 730 metros y la Diamond Hill. En la parte central se extiende el valle de Glannmore y el río Polladir. El estupendo paisaje y los conocidos ponis de Connemara son las atracciones de este parque, catalogado como Parque Nacional en 1980. En el parque quedan restos de enterramientos de hace 4.000 años.
Galway
Galway, nuestra siguiente parada, es, sin duda, una de las ciudades más tranquilas de Europa. Aquí podrás disfrutar como en ningún otro lugar de Irlanda de los típicos pubs irlandeses donde podrá saborear una pinta de cerveza mientras escucha música tradicional de la Isla Esmeralda. Fue un importante núcleo comercial en la época anglonormanda y en la actualidad es un bonito destino para disfrutar de su ambiente y las numerosas actividades culturales que ofrece, no en vano está considerada como la capital cultural de Irlanda.
Londonderry
Antes de visitar la asombrosa Calzada del Gigante, tienes que adentrarte en Londonderry. Su principal sitio de interés es The Guildhall. Se trata de un imponente edificio gótico del siglo pasado pero a principios de nuestro siglo sufrió un desastroso incendio que acabó con todo su interior. Después de su reconstrucción se pueden admirar los bellos paneles de roble, el mármol y los cristales de sus decoraciones.
Calzada del Gigante
La Calzada del Gigante, punto y final de nuestra ruta por Irlanda, está cargada de historias antiguas. Cuenta una leyenda celta que hace muchos años un gigante irlandés, Mac Cool, decidió construir un camino a su medida hasta la isla de Staffa en Escocia para enfrentarse a su rival. Al cabo de los años consiguió levantar una gigantesca calzada de primas hexagonales que le llevó hasta su adversario, el gigante escocés Benandonner. Así, pudo atravesar los 120 kilómetros de mar que les separaba sin mojarse. Tras acercarse a él y comprobar que era mucho más fuerte y corpulento, huyó a Irlanda perseguido por Benandonner. Oonagh, al ver el peligro que corría su marido, le ocultó en una cuna y lo vistió de bebé. Cuando apareció el gigante escocés, la esposa de Mac Cool le invitó a tomar un té y le rogó que no despertara al bebé. Benandonner, a pesar de la advertencia, se acercó a verlo y esta vez el asustado fue el gigante escocés al imaginarse cómo debía ser el padre para tener esa enorme criatura. El gigante escocés corrió asustado a su isla destrozando la calzada, de la que sólo quedó sus tramos inicial y final, con el fin de no ser perseguido por Mac Cool.
Leyendas aparte, lo que hoy se conoce como La Calzada del Gigante, originariamente, eran 37.000 columnas de basalto que se transformaron en esta curiosa formación geológica, debido a la actividad volcánica que cambió el relieve de Irlanda, Escocia, Islandia y Groenlandia hace cincuenta y cinco millones de años. En la parte este de la calzada se observa perfectamente la estructura columnar del basalto, con primas rectilíneos que alcanzan los seis metros de altura.