Si eres de los que ya has ido a Roma, echa un ojo a esta propuesta. No te vayas sin pasar por su taberna milenaria.
A pesar de que ya han pasado más de veinte siglos desde que el Vesubio entrara en erupción arrasando las ciudades Pompeya y Herculano, este volcán, aún activo y uno de los más temidos de Europa debido a los 3 millones de personas que alberga en sus faldas, sigue concitando el interés de los viajeros que llegan a este fabuloso enclave.
Por esta razón, si hubiera que destacar un lugar de Nápoles éste sería la ciudad destruida de Pompeya, que permaneció en silencio durante algo más de 1.600 años. Este importante hallazgo arqueológico ha sacado a la luz que esta ciudad romana contaba con baños públicos, sistema de agua corriente, hermosos frescos en las paredes, utensilios domésticos muy parecidos a los que actualmente seguimos usando y un restaurante, Thermopolium de Vetutius Placidus, que lleva siglos cerrado. Esta taberna de hace casi 2.000 años era frecuentada por los locales a la hora del almuerzo, aunque también sabemos que era habitual encontrar a los residentes comprando comida casera y bebidas calientes. Aún hoy, a pesar de los años y hechos acaecidos, se pueden contemplar la barra, los huecos donde se mostraba la comida caliente y una especie de santuario para los dioses, muy común en aquella época en los negocios y en las casas particulares.
Está dividida en la zona arqueológica y la moderna. La primera constituye todo un ejemplo del urbanismo del periodo final de la República y principios del Imperio. Sus casas solían ser de dos plantas con jardín y patio interior y la ciudad contaba con sus tiendas, bares y hoteles, ya que era una localidad de reposo muy solicitada gracias a su excelente clima.
Los frescos de Pompeya se muestran en Nápoles
Los frescos de la que fuera arrasada por el volcán Vesubio en el año 79 d.C. vuelven a exhibirse en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles después de diez años de labores de restauración. Son en total cuatrocientas las pinturas que se conservaron excepcionalmente por las cenizas y que sirvieron de base para establecer los estilos de la pintura mural en la Antigüedad romana al antropólogo August Mau.
Estos frescos permanecieron arraigados a las paredes de las casas pompeyanas hasta el SXVIII y XIX, cuando fueron arrancadas y trasladadas al Museo en el que ahora vuelven a tener residencia. Esta vez se han dispuesto siguiendo un nuevo orden según la cronología y la recreación del ambiente y la disposición original. De forma que pueden encontrarse salas específicas como las de la Casa de Meleagro, la Casa de los Dioscuros o la Villa de Boscoreale.
El trabajo de limpieza y restauración ha permitido descubrir detalles, hasta ahora desapercibidos, que han facilitado a los especialistas profundizar en el conocimiento de las corrientes artísticas, los géneros y las técnicas de la pintura romana. La colección contiene algunas de las más importantes representaciones de todos los estilos, exceptuando el Primer Estilo (150-80 a.C.), cuyas pinturas no fueron desclavadas por no ser figurativas.
Nápoles, la ciudad donde se inventó la pizza
Bañada por el Mar Tirreno y dominada por el Vesubio, es una ciudad típicamente mediterránea con un casco histórico de gran belleza. El legendario volcán, se encuentra a tan sólo 13 kilómetros de la capital y junto con el Golfo configuran la estampa más característica de la ciudad. Se puede subir al cráter en un telesilla y rememorar las violentas erupciones del 79, 1631, 1794 y 1806. Desde la erupción de 1944 permanece inactivo. Es la ciudad más grande y conocida del sur de Italia. El paseo por su centro histórico permite descubrir interesantes vestigios de su esplendoroso pasado medieval como el impresionante Palazzo Reale o la iglesia de San Francisco. También merece la pena visitar el Castel Nuovo, el Museo Nacional, la Galería de Capodimonte, instalada en el antiguo Palacio Real de Capodimonte y el Duomo, templo de finales del siglo XIII. Tras la visita monumental a la ciudad nada mejor que caminar hacia el puerto de Santa Lucía, elegante paseo marítimo donde se levantan los mejores hoteles de la ciudad.
Oscar Wilde, Grace Kelly, Rita Hayworth son solo algunas de las personalidades que han pasado por la ciudad donde se inventó la pizza, por lo menos, tal y como la conocemos hoy en día. Algunos apuntes históricos dicen que la primera pizza se hizo a finales del siglo XVII en los arrables de Nápoles, con una base de pan de levadura a la que añaden tomate recién importado de América. Y ahora !hay tantas para elegir! Están la margarita, por ejemplo, que la preparan magníficamente en una de las pizzerías tradiciones de Nápoles, Da Michele, o la que elaboran en Campagnola (Piazza de San Domenico Maggior) con tomate, rúcula y mozzarela, los colores de Italia.