Verde intenso, casas de colores y saltos de agua, son paisajes especiales para poder jugar a ser pirata por estos parajes sacados de Nunca Jamás.
No hace falta que te cuente los motivos por los que soy un enamorado de Noruega. Si has estado en este destino escandinavo comprenderás perfectamente de lo que estoy hablando. Los primeros pasos suelen conducir al viajero hacia la zona Crucere los fiordos occidentales una de las regiones más bellas de toda Europa. Si tuviera el título de doctor en recomendaciones viajeras, Noruega sería un destino especialmente indicado para tratar a pacientes que anhelan descubrir una naturaleza incomparable, disfrutar de actividades al aire libre durante todo el año o conocer una cultura y folclore muy diverso y cargado de leyendas muy arraigadas en la población noruega.
No obstante, la primera vez que viajé a Noruega lo hice con mi familia, incluyendo a mi hijo mayor que por entonces tenía un año y medio de edad. A priori puede parecer que un destino tan enorme y ubicado a esas latitudes extremas puede ser fiero con los que viajamos con niños, pero poco a poco fuimos desmontando ese mito. La sociedad noruega cuida muy bien de los más pequeños de la casa. Es algo que se palpa al indagar un poco en su legislación sobre conciliación de la vida laboral y familiar y que luego el viajero puede notar cada día en el transcurso de su periplo. Son pequeños detalles, pero da gusto que taxis, ferrys y transportes cuenten con sillitas o que sea muy sencillo encontrar cambiadores, salas de lactancia o utensilios para calentar biberones o comida.
Explorando los fiordos noruegos con niños Sin embargo, lo que más suele agradar a padres y niños son los enormes parques que hay para jugar en pueblos y ciudades y, por supuesto, los impresionantes espacios naturales. Por si os animáis a viajar a los fiordos noruegos con niños aquí van algunas de mis propuestas favoritas: Navegar por el Lysefjord desde Stavanger: la primera vez que ves un fiordo te sueles quedar con la boca abierta. A los niños les suele encantar cualquier actividad relacionada con la navegación, ya que se sienten como jóvenes piratas apunto de emprender una aventura. Luego puedes observar enormes cascadas precipitarse por las montañas. Lo más espectacular de este paseo es cuando los fiordos se retuercen y estrechan. El paisaje es de un verde intenso, roto por las casitas de colores que decoran el horizonte.
Museo del Petróleo de Stavanger: el nombre puede echar un poco para atrás, pero seguro que acabáis encantados con la visita. Se trata de un museo completamente interactivo y con unas instalaciones muy modernas en las que todo se puede tocar. Los niños pueden pasar unas horas muy entretenidas y aprender muchísimas cosas interesantes. No dejará indiferente a nadie y, además, está ubicado delante de una gran zona de juegos elaborados con materiales reciclados que se utilizaron en la extracción de petróleo. Tren de Flåm: se trata de un pequeño ferrocarril que te permite emular durante una hora los viajes míticos de antaño. No te puedes despegar de la ventanilla para contemplar algunos de los paisajes más hermosos de los fiordos noruegos. Este peculiar tren de cremallera es célebre porque cubre uno de los trayectos en ferrocarril con mayor desnivel del mundo, en total 865 metros. Une las estaciones de Myrdal y Flåm que están separadas por sólo 20 kilómetros de diferencia, pero como el paisaje es muy agreste tarda cerca de una hora en completar su recorrido.
Navegar por el fiordo de los Sueños: otra de piratas y paisajes de fantasía. Muy recomendable tomar un barco que recorra parte de Nærøyfjord y Aurlandsfjord. La belleza de su cauce es proporcional a lo complejo de sus nombres. El primero, además de ser Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, se ha ganado el título de ser uno de los brazos más bonitos del Sojnefjord o fiordo de los Sueños, que a su vez es considerado el más largo y profundo de toda Noruega. Dormir junto a un fiordo en Gudvangen: se trata de una aldea muy pequeña a la que sólo se puede acceder por una de las carreteras más empinadas de Europa, la Stalheimskleiva o navegando por el Nærøyfjord. Gudvangen está encastrado en un precioso valle y es tan pequeño que apenas hay nada que hacer por allí, excepto disfrutar de su tranquilidad, dar paseos sin prisa y contemplar la belleza incomparable de los paisajes noruegos. Allí hay especie de campamento vikingo orientado a turistas y un pequeño hotel con casas que tiene techos de cristal para divisar las cascadas que vierten sus aguas en el fiordo. Idílico.
Akvariet, el acuario de Bergen: a todos los niños les gustan los acuarios. Lo más destacable de éste, son los distintos espectáculos que hay a lo largo del día, que normalmente coinciden con la alimentación de los animales. Además de peces, hay pingüinos, leones marinos o monos.
El barrio de Bryggen en Bergen: para papás y para peques, pues se trata de uno de los barrios antiguos más pintorescos de Europa. Por un lado tiene ese ambiente portuario tan especial que conserva la esencia de antaño, y por otro la pulcritud de las ciudades escandinavas. Se trata de una zona medieval Patrimonio de la Humanidad que está perfectamente diseñada para provocar la admiración de los viajeros.
El monte Fløyen de Bergen: el paseo en funicular es divertido y una vez arriba los miradores te proporcionan vistas panorámicas de la incomparable Bergen. Los fiordos noruegos, las casitas de colores que lo salpican todo, el verde de las montañas y la vegetación se asoman ante ti. Además, la zona está repleta de espacios recreativos con columpios para que los peques se diviertan.