En el centro de Francia, a unos ciento cincuenta kilómetros al sur de París, se abre un impresionante valle surcado por el famoso río Loira, el cual le da nombre a toda la zona. Además, se caracteriza por sus numerosos castillos, más de 70 en total. Allí los monarcas franceses establecieron hace siglos su lugar de paz y sosiego. Sus palacios, lejos de otros puntos fronterizos, tenían murallas y fortalezas, pero se caracterizaban, ante todo, por la belleza, por el virtuosismo y el detallismo que han llegado hasta nuestros días. En Viajes Carrefour contamos con excelentes rutas en el Valle de Loira para que no te pierdas los monumentos y construcciones más impresionantes.
Chambord, el castillo entre castillos
De entre todas estas maravillas, hay algunas que sobresalen por su magnificencia, por su tamaño o por su valor histórico, lo cual bien vale un vuelo al Valle de Loira. En Chambord se une todo esto y mucho más, como sus formidables jardines o sus restaurantes típicamente franceses, para ofrecer al visitante una experiencia completa e inolvidable. Sus 400 habitaciones, 365 chimeneas y 84 escaleras dan una idea de la grandiosidad del renacimiento francés. Además, es Patrimonio Mundial declarado por la Unesco en 1981.
Chenonceau, el castillo de las mujeres
Otro símbolo de este valle es el castillo de Chenonceau, también conocido como «de las mujeres», pues fue administrado por damas como Diana de Poitiers o Catalina de Médici. Su ubicación encima del río y su torre de vigilancia llaman la atención y lo convierten en uno de los más fotografiados. Tiene bellos jardines y una curiosidad es que por él se podía pasar de la Francia libre a la ocupada de forma clandestina durante la ocupación nazi.
Cheverny. Un mobiliario de impresión
Otro motivo para buscar un hotel en el Valle de Loira es visitar el castillo de Cheverny. Está ocupado por la misma familia desde hace seis siglos, pero es visitable. Entre sus tesoros destaca su cuidado mobiliario, así como su sala de armas o su curiosa habitación de los niños. En sus jardines hay más de 100 000 tulipanes y, cómo no, un típico laberinto natural francés.
Los tres castillos mencionados hasta el momento, Chambord, Chenonceau y Cheverny, pueden constituir una interesante ruta de un día o de dos, según vuestros gustos.
Clos-Lucé. El parque de Leonardo Da Vinci
El genial artista italiano Da Vinci se alojó en Clos-Lucé, invitado por François I, y atravesó los Alpes llevando consigo tres obras como la Gioconda, Santa Ana y San Juan Bautista. Trabajó intensamente para el rey hasta su muerte tres años después. En el subsuelo se pueden observar maquetas de Da Vinci y también un formidable parque con algunos de sus inventos más increíbles.
Ussé. Inspiración para Disney
El castillo de Ussé recuerda, nada más verlo, al de Blancanieves. No es algo extraño porque el propio Perrault, creador del cuento, se inspiró en él. Es un lugar idílico para tomar todo tipo de fotografías desde el exterior, aunque sus interiores también son visitables y merecen la pena. Eso sí, para lograrlo deberás ir de febrero a noviembre.
Villandry, una reconstrucción española
El español Joachim Carvallo mandó reconstruir Villandry a inicios del siglo XX para recuperar el esplendor que tuvo en sus tiempos cuando fue mandado construir por Jean Le Breton, ministro de François I. En él destacan, sobre todo, sus maravillosos y amplios jardines, con varios salones y con todo tipo de plantas y decoraciones únicas. Está también abierto de febrero a noviembre, aunque los jardines pueden visitarse durante todo el año.
Castillo de Blois. Residencia real
Los reyes franceses eligieron este bello castillo de Blois como residencia durante el Renacimiento. Tras la Revolución Francesa, como muchos otros, sufrió un tiempo de decadencia y abandono, pero en el siglo XIX fue recuperado hasta brillar hoy en todo su esplendor. Cuenta con una formidable exposición de más de 30 000 obras, así como con todo tipo de exposiciones temporales, espectáculos y animaciones.
Castillo de Amboise. El preferido por los reyes
Los reyes franceses también sintieron predilección por el castillo de Amboise. Carlos VIII nació en él, pero también lo habitó François I, entre otros. Al apreciar los aposentos reales os haréis una idea del refinamiento renacentista y del gótico francés. Además, se organizan visitas lúdicas e históricas muy interesantes en las que adentrarse en los secretos franceses. Y también espectáculos nocturnos realmente impresionantes. Cuenta, además, con peculiares galerías subterráneas laberínticas.
Chateau Azay-le-Rideau. Una maravilla del siglo XVI
Azay-le-Rideau está construido directamente sobre una pequeña isla, lo que da la sensación de que se levanta sobre el mismo río. Está declarado Patrimonio de la Humanidad y tiene un bello estilo renacentista. Además, también incluye formidables y cuidados jardines. Es una forma de apreciar este sensacional estilo arquitectónico llamado «sobre el agua», del que hay también más ejemplos en el valle de Loira. En su interior destacan algunos elementos como su escalera de honor, coronada por casetones y tallas de flores, así como su detallista mobiliario o sus tapices de los siglos XVI y XVII.
Fortaleza real de Chinon
Chinon sí es una fortaleza defensiva amurallada, no tanto un palacio o residencia real. Se construyó en el siglo XVI sobre un escarpado espolón y tenía evidentes fines defensivos. Durante un tiempo fue prisión, también sufrió el abandono y hoy es un formidable museo.
Castillo de Valençay. Propiedad de un ministro de Napoleón
Los ministros napoleónicos también mostraron su preferencia por el valle de Loira y por sus castillos. Un ejemplo lo podemos ver aún en el castillo de Valençay. Charles-Maurice de Talleyrand, ministro de exteriores napoleónico, lo adquirió en 1803 y en él recibió a grandes personalidades de diferentes países. Pero su construcción se remonta al siglo XVI y en él se pueden apreciar salones de las épocas del monarca Louis XVI y también napoleónicos. Cuenta con un teatro adjunto, construido en 1810, así como con formidables jardines.
Como podéis ver, el Valle de Loira está repleto de joyas arquitectónicas de diferentes épocas que mantienen todo su esplendor. Hay diferentes formas de organizar rutas en el Valle de Loira por estos castillos o por otros de los muchos que se expanden por toda la región.