Olvídate de Santorini y Mykonos. El norte esconde tesoros como Meteora, el Monte Olimpo, Tesalónica y la ciudad natal de Alejandro Magno.
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Qué ver en el norte de Grecia en 4 días
Día 1: Meteora
Después de haber aterrizado la noche anterior en Salónica, alquila un coche y comienza tu aventura griega. Conduce dos horas y media hasta Kalambaka, localidad a los pies de un paisaje de ciencia ficción: Meteora. Su nombre se debe a las enormes formaciones rocosas que la componen, erosionadas como meteoritos caídos del cielo. Por si fuera poco sorprendente, los monjes ortodoxos construyeron en las cimas sus monasterios, seis en total.
Es posible que hayas visto el complejo en varias escenas de ‘For Your Eyes Only’, una de las entregas cinematográficas de James Bond. Cada uno es diferente al anterior, pero en todos, las mujeres deben cubrir sus piernas con unos faldones durante la visita. Aprovecha lo que te quede de día por Tríkala, sobre todo su casco antiguo, una mezcla de cultura griega, bizantina y otomana.
Día 2: Díon, Vergina y Pela
En la segunda jornada puedes recorrer los restos arqueológicos más importantes del Reino de Macedonia, los de Díon, Vergina y Pela. A menos de 100 kilómetros de Salónica está el Monte Olimpo, la montaña sagrada más alta del país y desde donde los dioses de la mitología dirigían el mundo. Puedes escalar o hacer senderismo hasta su cima, en cuyo caso debes partir desde Litojoron, un pueblo que tiene una bonita iglesia ortodoxa. Pero si te conformas con ver su magnificencia desde el suelo, dirígete a Parque Arqueológico de la Antigua Ciudad de Díon.
Es un enorme parque boscoso con anfiteatros, calles y templos, entre los que destacan los de Zeus, Deméter e Isis. Además, cada pequeño objeto y estatua encontrados conforman el museo del parque. Desde este complejo religioso se hacían ofrendas a los dioses.
Otra hora de viaje te llevará a Vergina, el yacimiento arqueológico de Egas o Aigai, donde se encuentra la necrópolis con varias tumbas reales. La más importante (al nivel de la de Tutankamón) pertenece a Filipo II de Macedonia, padre de Alejandro Magno. Ambos nacieron en Pela.
Una sensación única es la de caminar por las calles que algún día recorriera el pequeño Alejandro antes de convertirse en rey de Macedonia y gran conquistador. Asombra la perfecta conservación de sus mosaicos de teselas, bien sea como planta de antiguas mansiones o con escenas mitológicas como ‘La caza del ciervo’ y ‘El Rapto de Helena’, del siglo IV a. C.
Día 3: Salónica
Hoy no será necesario que hagas muchos kilómetros. Es hora de conocer Salónica (o Tesalónica) a fondo. Comienza visitando monumentos como el Arco de Galerio y su mausoleo en la iglesia de San Jorge (‘Rotonda’), o el Foro Romano y la Iglesia de Santa Sofía, hermana de la estambulina. No es el único nexo con la cultura turca. Visita la casa-museo donde nació Mustafa Kemal Atatürk, líder y precursor de la actual Turquía.
Pero si hay un macedonio venerado en Tesalónica es Aristóteles, cuya estatua preside su plaza, la más importante de la ciudad. Está junto al paseo marítimo (avenida Nikis), que termina en la Torre Blanca. Símbolo de la zona por excelencia, que está plagado de pubs, tiendas, restaurantes y siempre lleno de gente. Una costumbre griega que debes conocer, y que delata su hospitalidad, es que, cuando te sientas a la mesa de un restaurante o bar, inmediatamente vendrán a darte la bienvenida y servirte una botella de agua. Un gesto gratuito de cortesía hacia los invitados al que es fácil acostumbrarse.
Día 4: Kavala y Alejandrópolis
Despídete de Tesalónica y pon rumbo a Alejandrópolis. El viaje te llevará unas tres horas por la carretera Egnatia Odos que recorre la costa del Egeo. A la hora y media de camino debes desviarte hasta Kavala. La segunda ciudad de la región de Macedonia (tras Tesalónica) posee un puerto marítimo de importancia estratégica vital en el pasado. Antes de llegar a él, te encontrarás con el imponente acueducto de Solimán el Magnífico que atraviesa la ciudad. Desde las alturas, el castillo vigila el resto de la villa que vio nacer a Mehmet Alí, el fundador del Egipto moderno.
La última parada en la ruta tiene el nombre del gran rey de Macedonia: Alejandrópolis. Acércate hasta la playa en coche y refréscate en el mar Egeo. Luego pasea hasta su faro, construido en el año 1880. Con el tiempo suficiente puedes montarte en un ferry hasta la isla de Samotracia, en cuyo Santuario de los Grandes Dioses se encontró la estatua de mármol Victoria de Samotracia que reposa en el Museo del Louvre de París. Si no quieres que tu viaje se acabe, a sólo 40 kilómetros está la frontera con Turquía… Pero si debes regresar a casa, dirígete al Aeropuerto Internacional Dimokritos, del que salen varios vuelos a Atenas con conexión directa a distintas ciudades españolas. No hay excusa para conocer la Grecia menos visitada.
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