La capital alemana del arte contemporáneo quiere convertirse en referente literario gracias a un nuevo museo dedicado a Jacob y Wilhelm, los hermanos Grimm.
Han pasado más de 200 años desde que se publicó la primera edición (1812) de la recopilación de cuentos de los hermanos Grimm. Dos siglos después, la Ruta Alemana de los Cuentos de Hadas (Deutsche Märchenstraße) mantiene viva su historia. Transcurre a lo largo de 600 kilómetros, uniendo las ciudades de Hanau y Bremen, al tiempo que enlaza las la vida de los Grimm. Una de las paradas principales es Kassel, ciudad en la que ambos escritores vivieron y trabajaron durante un tiempo, y de la que hoy siguen siendo sus vecinos más ilustres. Conciertos, teatros, marionetas o juegos al aire libre completan un recorrido entre castillos repleto de magia que hace que las historias y leyendas que recopilaron cobren vida. La ruta comienza en su ciudad natal, Hanau.
En la plaza central del mercado está el Monumento Nacional dedicado a los hermanos. Entre el resto de paradas, una de las más interesantes es la villa Steinau an der Strasse, en la que Jacob y Wilhelm vivieron parte de su juventud. En su casa se exponen documentos sobre su vida y obras, y en unas viejas caballerizas reales se ha instalado un teatro de títeres. La historia de Caperucita roja y el lobo proviene de Schwalmstadt, otro de los puntos de interés. En esta zona al este de Marburg, los trajes tradicionales incorporan una caperuza para los días de fiesta.
En mitad de la ruta entre Hanau y Bremen está Kassel. Jacob y Wilhelm vivieron allí entre los años 1798 y 1840, y hoy la ciudad aprovecha ese tirón con un nuevo museo en la zona de Winberg destinado a presentar su obra literaria. GRIMMWELT, que así se llama, abría sus puertas el pasado verano. Se trata de un moderno edificio, construido en un área de unos 6.000 m2 y rodeado de zonas verdes, que viene a completar la oferta cultural de la ciudad, considerada capital del arte contemporáneo alemán gracias a Documenta (de eso hablaremos más tarde).
Volviendo al museo de los hermanos cuentistas, se estructura en diferentes modelos de exposición: desde documentos originales o primeras publicaciones de sus cuentos, hasta un espejo que responde a la famosa pregunta “Espejito, espejito, ¿quién es la más bella del reino?”. Todo un ‘contenedor’ de conocimiento que guarda entre sus paredes algunas de las historias más relevantes para la imaginación de Occidente: ‘Blancanieves’, ‘Hansel y Gretel’, ‘La Bella Durmiente’, ‘Cenicienta’…
Historias contadas por narradores de origen francés que los Grimm recopilaron en la colección ‘Cuentos infantiles y del hogar’ (ahora reeditados como ‘Los cuentos de hadas de los hermanos Grimm’). Otro de los recursos más llamativos de la exposición es una instalación que proyecta miles y miles de palabras sobre una pared negra. En concreto, 318.000 entradas del diccionario que ambos crearon, ya que, además de cuentistas y recopiladores de historias, Jacob y Wilhelm eran filólogos. De hecho, ese fue su gran proyecto, el ‘Diccionario alemán’, del que tan solo pudieron terminar el primer volumen. La obra no se completó hasta 1960, gracias al intenso trabajo de varias generaciones.
Kassel más allá de los Grimm
Antes del GRIMMWELT, el principal reclamo de la ciudad de Kassel era -y quizá lo sigue siendo- Documenta, un festival de arte contemporáneo que se organiza cada cinco años. ¿Próxima fecha? Del 10 de junio al 17 de septiembre de 2017. Será la edición número 14.
La primera (1955) fue una retrospectiva de movimientos artísticos (expresionismo, cubismo o favismo) firmada por artistas de la primera mitad del siglo XX: Pablo Picasso, Henri Matisse, Wassily Kandinsky o Henry Moore. Esta iniciativa partió de Arnold Bode, un profesor universitario de Kassel que dedicaba su tiempo a la pintura, y quiso retomar el diálogo entre su país y el resto del mundo tras la segunda Guerra Mundial. Al menos, en lo que a lenguaje artístico se refiere. Con su presentación del arte del siglo XX, pretendía dar una segunda oportunidad a obras de la modernidad alemana que habían sido desechadas y menospreciadas por los nazis. Esa primera muestra en el museo Fridericianum, tuvo más de 130.000 visitantes. Cuatro años después, preparó una segunda edición, dando así continuidad al ciclo de exposiciones que hoy conocemos como Documenta. Ahora, cada festival cuenta con una temática diferente y un nuevo director artístico. La única pega, que el llamado ‘museo de los 100 días’ sólo puede disfrutarse una vez cada cinco años.
Para aquellos que viajen a Kassel en un año ‘no Documenta’, las alternativas siguen siendo interesantes. La visita al museo de los Grimm puede -y debe- completarse con un paseo por Bergpark Wilhelmshöhe. Diseñado bajo el patrón de un jardín inglés, está construido en una ladera y se presenta como una combinación perfecta de cultura y naturaleza. Tiene varios saltos de agua, una cascada (Steinhöfer Wasserfall), un puente (Teufelsbrücke), un acueducto y una gran fuente. Esta última, ubicada en el estanque del castillo, impulsa el agua hasta superar los 50 metros de altura gracias a la presión natural del recorrido. Pero no acaba ahí, el agua continúa su camino hasta el castillo de Wilhelmshöhe y es especialmente llamativo al caer la noche. Entonces, el recorrido se ilumina, dando un toque mágico al paisaje que seguro hubieran incluido los hermanos Grimm en alguno de sus cuentos.