El calor veraniego se sobrelleva mejor cayendo en la tentación de tomar un helado. Refréscate probándolos en las heladerías más curiosas y rompedoras.
Helados al corte, en cucurucho, en tarrina, polos de hielo… No importa cuáles sean tus preferencias, el verano es la época ideal para los helados. Y ya que te das el capricho que sea con un producto de categoría. En la heladería Llinares en Valencia lo saben bien. Este octogenario establecimiento tiene varios emplazamientos, pero el más frecuentado está en la Plaza de la Reina. Su especialidad es el helado de turrón, pero tienen cientos de sabores para elegir. Entre ellos, los más curiosos de toda España: boquerones en vinagre, tortilla de patata, gazpacho, paella valenciana, centollo, o con sabor a sésamo, albahaca o cazalla. Con esta amplia variedad garantizan que el verano dure todo el año y que los helados se integren en los platos de la cocina moderna. No te pierdas además su museo con herramientas de los años 30 con planchas para hacer los cucuruchos y los moldes de hielo.
Madrid, de la más antigua a la más moderna
¿Quieres un polo de fruta fresca o prefieres un helado con solera? No es necesario que elijas, en Madrid lo tienes todo. “No me llames Polo, llámame Lolo”, un pegadizo eslogan para un barrio como Malasaña. Inaugurado en 2015, en Lolo Polo (calle Espíritu Santo, 16) puedes encontrar polos artesanos, naturales, sin artificios. Tu madre puede estar tranquila porque este helado no es de hielo, es de fruta. Sabores de siempre y combinaciones ingeniosas como yogur y mango, plátano y fresa o sandía y pepino. Aptos para celíacos e intolerantes a la lactosa. Y si el calor aplastante te impide salir a la calle, solo tienes que hacer tu encargo de seis polos variados y te lo llevarán a casa. Pero te perderás la decoración de su tienda, tan alegre que apetece quedarse un rato más y de paso pedir otro ‘lolo’.
Los Alpes (calle del Arcipreste de Hita, 6) fue el fresco nombre elegido en 1950 para la que hoy es la decana de las heladerías madrileñas. En un ambiente con reminiscencias italianas puedes tomar la única horchata madrileña con denominación de origen Chufa de Valencia, un batido, un granizado o un helado artesano que el maestro Guillermo Castellot y su equipo fabrican cada día en su obrador. Son expertos en sorbetes, en helados de leche (con un 4% de materia grasa), helados de crema ‘gelatos’ al estilo italiano (recomiendan el de queso mascarpone con higos secos) y los mantecados a base de yema de huevo (el de ‘chips Ahoy’ con salsa de chocolate es la última incorporación). El motivo del éxito es la selección de la materia prima: frutas de temporada y leche fresca. Un cartel de más de 90 sabores con opciones para veganos, diabéticos e intolerantes a la lactosa, el huevo o el gluten.
Cuando la presentación lo es todo
¿Alguna vez tu helado te ha mirado a los ojos y te ha pedido que lo comas? Es lo que sucede en Eyescream and Friends (Paseo de Joan de Borbó, 30), en Barcelona. Elige un sabor y dos ‘topping’ y prepárate para su presentación. Una bandeja de cartón con el helado en forma de enorme viruta (afeitado como los kebab), que más bien parece un monstruo de Barrio Sésamo, con sus ojos sonrientes acompañado de una cuchara y las dos salsas seleccionadas. Esta joven marca ha innovado desde su establecimiento en 2012 en la Barceloneta, cuenta con varios galardones y sus franquicias ya están en El Cairo y pronto, en Dubai y Singapur.
Cruza fronteras tomando un helado
Las colas de turistas ansiosos por su helado te indican que esa es la campeona. Los ‘gelatos’ de la Gelateria Dondoli han recibido galardones a la mejor del mundo durante varios años. Sergio Dondoli es el maestro heladero y su mejor relaciones públicas. Los encontrarás en San Gimignano (Piazza Della Cisterna, 4), un encantador pueblo medieval en lo alto de la Toscana.
“Una arquitectura basada en helados gourmet” es el reclamo que utiliza Cool Haus. Natasha Case y Freya Estreller consiguieron unir su pasión por la cocina y la arquitectura para reinventar el clásico sándwich de helado y convertirlo en ‘cool houses’ (el juego de palabras con ‘haus’ hace referencia al estilo modernista Bauhaus). Solo que aquí las galletas son verdaderas ‘cookies’ americanas artesanas y en medio una bola aplastada de helado. Perfecto para paladares aventureros que se atrevan a probar por ejemplo galletas de jengibre y helado de wasabi y chocolate. Puedes encontrarlas en tiendas en Culver City y Pasadena o en ‘food trucks’ en varios rincones de Estados Unidos como Los Ángeles, Dallas o Nueva York.
Si de elegir el mejor sabor se trata, el maestro heladero Thierry Bamas lo tiene claro: el de vainilla, porque su sabor es la representación de la cremosidad y combina a la perfección con el resto de gustos. Patisserie Bamas está en Bayona (Francia) y su helado ha ganado la Copa del Mundo del Helado, además de ser el Mejor pastelero de Francia y el Campeón del mundo en postres glaseados.