Hay una tierra mágica, mística, única. Un lugar de leyenda donde cada vez que se desvela un enigma aparecen muchos más. Un punto del planeta que guarda con recelo una historia que nunca será descubierta por completo.
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Viajar por los templos de Egipto en crucero
Como suele ser habitual, siempre que tengo que coger un avión me toca madrugar. Natalia y yo nos presentamos con las primeras luces del alba en Barajas, destino: El Cairo.
Tras más de cuatro horas sobre las nubes llegamos a un viejo aeropuerto abarrotado. Mucha gente que parecía caminar sin rumbo se cruzaba en nuestro camino. Turistas perdidos, guías que les apremiaban y árabes autóctonos avanzaban tranquilos en medio de la algarabía. Por fin llegamos al mostrador donde nos sellaron el visado para entrar al país y nos subimos a otro avión, conexión directa con Luxor. Aterrizamos en mitad del mapa, recogimos las mochilas y cambiamos nuestro dinero. 5€ son unas 100 Libras egipcias.
Luxor
Allí estaba Taya Mahmoud, un chico egipcio de treinta años, delgado, tranquilo, con una sonrisa que transmitía paz. Nos dio la bienvenida con un perfecto castellano y nos condujo en 4X4 por las calles de Luxor hasta la rivera del Nilo, donde nos hechizó un embriagador atardecer que no necesitaba filtros de Instagram para lucir así:
Visitar el Nilo
Despertamos surcando un río bíblico, protagonista en miles de páginas y películas.
Las orillas estaban plagadas de palmeras y vegetación tropical, con animales de todos los tamaños acercándose a beber a los manglares. Como contraste, pocos metros detrás del verde se extendía un paisaje completamente seco hasta más allá del horizonte.
Varias embarcaciones madrugadoras buscaban hacerse con todo lo que podían pescar y otras se acercaban a nuestro barco para comerciar con lo que llevaban a bordo.
Algo que me llamó la atención son las numerosas casas que tienen andamios a medias y columnas por vestir en lo alto de las azoteas. Taya nos explicó que las familias comparten los edificios y cada una vive en una planta diferente. Cuando los hijos crecen, construyen su vivienda en los pisos superiores.
Nos preparamos y abandonamos el camarote. Listos para arrancar nuestra odisea a través de los templos más famosos del planeta.
Templo de Karnak
Egipto está plagado de lugares místicos y el Templo de Amón-Ra es el segundo punto más visitado del país, tras las pirámides.
Taya nos contó que era un complejo levantado en honor al dios Amón, ‘el oculto’. Comenzó siendo el dios local de la ciudad de Tebas, pero se fundó con el dios Ra y acabó siendo el más importante de la egiptología.
Llegamos temprano a la explanada que lo precedía. Hoy día es un momento perfecto para visitar las maravillas egipcias porque hay muchos menos turistas que años atrás. Es un privilegio estar solo entre los muros de la historia.
Nos enfrentamos a un amplio pasadizo al aire libre que conformaba la entrada, la avenida de esfinges con cabeza de carnero, símbolos del dios Amón. Nos adentramos en el patio principal y descubrimos una de las estatuas mejor conservadas levantadas en honor a un faraón. Una figura reconstruida sobre otra en honor a Ramsés II.
El pasillo de robustas columnas en la gran sala hipóstila es otro de sus mayores atractivos arquitectónicos. Si a día de hoy impresiona, imaginábamos cómo debería ser en todo su esplendor. Con techos, colores, ropas y los tributos mágicos que envolvían su esencia.
Un gran obelisco presidía el final del recorrido. Cerca del último reclamo del templo descansaba un escarabajo gigante, el escarabajo de Amenofis III.
El animal simbolizaba la vida y el poder. Representaba al Sol naciente, y era el amuleto de la resurrección en la mitología. En vida proporcionaba protección contra el mal. Los lugareños aseguraban que si dábamos siete vueltas alrededor de él se cumpliría cualquier deseo. Una maravilla el Templo de Karnak.
Templo de Luxor
También en Tebas fuimos a otro de los templos fetiche, el templo de Luxor.
Taya nos explicaba los detalles de las dinastías que construían los templos y de las leyendas que se encerraban en ellos. Historias plagadas de imaginación, de magia y de misticismo. Los colosos de Ramsés II, un enorme obelisco y la base donde hubo otro presidían la fachada de la entrada.
Algo que me sorprendió fue encontrar una mezquita activa tras los muros, construida sobre los restos del patio principal.
Sobre sus paredes había escrito un símbolo clave en Egipto, la Llave de la Vida. Decían que quien la toca prolonga su estancia en este mundo, y yo no podía dejar de probar suerte.
Templo de la Reina Hatshepsut
Taya nos seguía mostrando los monumentos de su tierra, y la siguiente parada era «La maravilla de las maravillas», un templo funerario levantado en honor también a Amón-Ra, el tempo de Hatshepsut.
Un largo pasadizo nos condujo a una explanada donde reinaba un mausoleo. A sus espaldas, una enorme muralla de piedra protegía todo el complejo. Nuestro guía nos dijo que aprovecháramos, nunca había visto tan poca gente en aquel lugar, era todo para nosotros.
Bajo un calor asfixiante seguimos recorriendo todo el complejo, también cargado de historias en cada pared y en cada monumento. Era asombroso cómo Taya recordaba todos los pormenores de la mitología. En este lugar se mostraba cómo los egipcios también borraban la historia de los perdedores.
Valle de los Reyes
Continuamos el periplo egipcio hacia una de mis partes favoritas, El Valle de los Reyes, un valle árido enorme con caminos que llevaban a varias excavaciones. Una necrópolis descomunal donde se encontraban las tumbas de la mayoría de faraones del Imperio Nuevo, reinas, príncipes y nobles.
Tumba de Tutankamón
El punto más visitado era la tumba KV62, la tumba real que aún contiene la momia de Tutankamón. Aunque por lo general no se puede, obtuve permiso especial para fotografiarla para todos vosotros.
Fue descubierta en 1922 por Howard Carter y, excepto la propia momia, la cámara se vació entera para llevar todos sus tesoros al museo de El Cairo, incluida su increíble máscara de oro.
Colosos de Memnon
Seguimos nuestro camino y aún teníamos una parada que hacer, los Colosos de Memnon. Las gigantescas estatuas gemelas se situaban cerca del camino, al lado de la rivera del Nilo. Representaban al faraón Amenhotep III, el más próspero de la historia egipcia. Un terremoto las despedazó, pero más tarde las reconstruyeron y es fácil hacerse una idea del impactante aspecto que tuvieron en sus días de gloria.
Volvimos a nuestro barco para reponer fuerzas y ver otro lento y hechizante anochecer.
Templo de Horus
En Egipto no hay un segundo que perder. Los primeros rayos de luz comenzaron a iluminar nuestro camarote y pusimos rumbo a la cubierta. El barco se había parado, estábamos en Edfú, y una calesa nos estaba esperando para visitar un nuevo lugar sagrado.
Tras cruzar toda la ciudad, repleta de tuk-tuks, gente abarrotando las aceras, coches antiguos, polvo y calor, llegamos a un enorme bazar que precedía al gran templo.
Todo el enclave estaba presidido con la imagen de Horus, el dios del cielo, de la guerra y la caza, representado con cuerpo de hombre y cabeza de halcón con dos coronas. También aquí fuimos muy afortunados, no había nadie más que Taya, Natalia, un servidor y mucho, mucho sol.
Es el segundo templo más grande de Egipto, después del de Karnak, y estaba tan bien conservado que al entrar viajamos en el tiempo.
Tenía muchas cámaras interiores y un gran patio central donde se conservaba casi intacta la estatua más grande de Horus en todo el país.
Tras recorrer todos los rincones del templo volvimos al barco y continuamos con la navegación sobre las aguas del Nilo. Próxima parada, Asuán.
Asuán
Aswan, o Asuán viene del nombre del dios Swenet, y era ciudad frontera del Antiguo Egipto por el sur. Una población grande, con un amplio paseo a la orilla del Nilo y un corazón plagado de tráfico, ruido y sonrisas perdidas de adolescentes árabes que sonreían delante de mi cámara. Varios comerciantes intentaban vendernos su bisutería y otros nos ofrecían complacientes sus calesas para conocer los secretos de su tierra.
Canteras de granito
Se dice que son las piedras de Asuán las que construyeron las pirámides de Giza. La roca granítica de esta zona fue la estrella en el levantamiento de colosos, obeliscos y templos.
Taya nos explicaba que en la crecida del Nilo, enormes barcos cargados salían desde las canteras de piedra de la ciudad y navegaban río arriba hasta desembarcar en la zona de Giza para levantar las construcciones más famosas de la historia.
Obelisco inacabado
Grandes columnas de cuatro caras, con aristas y una pequeña pirámide en la punta que terminaba señalando al sol, presidían gran cantidad de templos. Los canteros egipcios tenían grandes problemas para levantar los obeliscos porque tenían que tallarlos en una sola piedra, y en Asuán hay una famosa pieza inacabada. Cuando se limitaba el contorno de la columna había que ponerlo en pie, pero este se partió y quedó para que pudiéramos comprobar cómo se construían 3.000 años después.
Mezquita de Asuán
Quisimos conocer más de cerca las costumbres de los ciudadanos de Asuán. Estaba atardeciendo y nos montamos en otra calesa para recorrer el centro de la ciudad hasta llegar a la imponente mezquita.
Al grito de ‘Yala, yala’, que significa algo así como ‘Come on!’, apremiábamos a nuestros caballos hasta llegar al mausoleo.
Entramos en medio de una oración y Taya nos explicó las costumbres musulmanas, tan diferentes y tan apasionantes que ayudaban a entender mucho mejor que nuestra cultura es sólo una más.
Templo de Kom Ombo
Salimos de la mezquita y estaba anocheciendo. Taya nos dijo que muy cerca había un templo que de noche mostraba su mejor cara. La iluminación y la atmósfera de los alrededores le otorgaban a toda la zona un cierto aroma de misticismo. Llegamos al templo de Kom Ombo.
Un diseño diferente al resto. Una construcción con una puerta de entrada en cada extremo dedicada a dos dioses diferentes, Sobek y Haroeris. Paredes llenas de jeroglíficos, de historias y leyendas.
Dentro había un pozo que abastecía de agua al templo y un lago sagrado con cocodrilos, el animal sagrado del dios Sobek. Para mi sorpresa, muy cerca había un museo con estos reptiles momificados y venerados como el resto de faraones.
Presa de Asuán
Los días vuelan cuando los devoras. Un nuevo amanecer y queríamos seguir recorriendo el mapa. Llegamos a otro punto clave en la cultura egipcia. Taya nos llevó al precipicio que desnivela el lago Nasser y explicó que las crecidas del Nilo originaron numerosas inundaciones, pérdidas de cosechas y hambrunas, por lo que hace más de 100 años comenzó a construirse esta presa para que mantuviera el río a raya. En el proyecto participaron británicos, estadounidenses, soviéticos… y en ella intervino la UNESCO en una operación de rescate que permitió la supervivencia del famoso templo de Abu Simbel, entre otros, gracias a su desmontaje y su recolocación. También se donaron partes a países que ayudaron en este rescate, y es así como el Templo de Debod acabó en Madrid.
El resultado fue la generación del inmenso Lago Nasser, que cubrió la mayor parte de la Baja Nubia y obligó a que 90.000 habitantes que vivían en los alrededores fueran evacuados.
El esfuerzo internacional para mantener la cultura egipcia ha sido brutal.
Templo de Filae
Partimos en Faluca, las famosas barcas que navegan por el Nilo, comandada por un padre y sus dos hijos, Hamadi y Zayed. La familia vivía con el dinero que les dejaban los pasajeros que subían a su embarcación, y nos dirigimos al islote de Aguilkia.
En la Faluca de Hamadi y Zayed Aguilkia era una isla cerca de Asuán, con grandes templos dedicados a la diosa Isis. Este enclave también fue sumergido bajo las aguas de la presa, y gracias a la maniobra de la Unesco los templos fueron desmontados, trasladados y reconstruidos, como el de Abu Simbel. Todavía se podía ver en algunas zonas la marca de hasta dónde llegó el agua antes de sacarlos del lago.
Seguíamos solos en un decorado con miles de años de historia. Una cosa es ver películas de egipcios y otra cosa es vivir Egipto. Cuando aprendes la historia ‘in situ’ no se te olvidará nunca.
Sigue el resto del viaje:
Viajazo!!! Guía muy completa, dan más ganas de ir si cabe!!! 👏🏻👏🏻👏🏻
Pues no esperes Amy! Ahora es una época perfecta porque hay muchos menos turistas que años anteriores. 😀
Hola! Me encanta como lo describes todo, se nota que lo disfrutaste. ¿En qué época fuisteis? Estamos pensando en ir a finales de este mes. Felicidades por el blog!