Si mezclas ambiente cosmopolita, raíces heterogéneas y esencia sudafricana da como resultado un destino donde todas las culturas suman. Incluso los turistas: desde el más chic al mochilero.
Una de las ciudades más interesantes del mundo es paradójicamente una gran desconocida. Ciudad del Cabo tiene de frente el océano Atlántico y hacia el interior su famosa Table Mountain (Montaña de la mesa), una de las Siete Maravillas Naturales del Mundo, que recibe este nombre porque su cima es plana en vez de prominente. Cuando viajes no te conformes con tenerla de fondo durante tu estancia, aprovecha para hacer cima en ella, bien sea a pie o en teleférico. El clima de Ciudad del Cabo siempre es agradable y soleado (una media de veinte grados centígrados), ideal para hacer turismo. Una de las grandes aventuras que te ofrece es conocerla a vista de pájaro bien sea en helicóptero desde el helipuerto de Victoria and Alfred Waterfront, o en parapente desde el pico de Lion’s Head hacia Camps Bay, o desde Signal Hill aterrizando en la zona de Green Point. Y cuando pongas el pie en tierra firme tienes mucho que ver.
Paseando por las calles del centro de la ciudad (City Bowl), como Long Street o la plaza del Ayuntamiento, descubrirás una arquitectura con pasado europeo (holandés, para más señas) con reminiscencias art-decó, sobrepasada por rascacielos que recuerdan a la Gran Manzana. Y de pronto, a pocos minutos, en el barrio malayo Bo-Kaap te topas con varias mezquitas, resultado de una importante presencia islámica desde hace más de 300 años, y coloristas fachadas de casas bajas que representan la multiculturidad y el exotismo africano. El barrio de Bo-Kaap fue el hogar de los esclavos indios, malasios e indonesios que trasladaba Holanda. Actualmente está viviendo un proceso de gentrificación, ya que los vecinos más aburguesados están alquilando o comprando algunas de estas casas para darles un ‘lavado de cara’ y poner el barrio de moda. Como lo está Green Market Square, un mercado al aire libre de artesanía africana de donde podrás llevarte algún recuerdo de tu viaje.
De puerto con historia a destino chic
Victoria and Alfred Waterfront es uno de los puntos de encuentro de la ciudad. Ciudad del Cabo fue un importante puerto comercial y hoy lo sigue siendo aunque en un sentido diferente. Donde antes fondeaban grandes veleros en sus rutas hacia el norte, hoy encuentras edificios de clásica arquitectura holandesa y más de un centenar de boutiques de diseño africano. Un centro de ocio donde también dispones de restaurantes donde degustar un ‘potjiekos’ (estofado) o los típicos ‘koeksister’ (buñuelos dulces). Un ejemplo de una cocina que ha recibido influencias africanas, holandesas, inglesas y malayas. Todo ello acompañado de un buen vino de la región, porque Ciudad del Cabo también tiene una reconocida cultura vinícola. A sólo 40 minutos en coche está Stellenbosch, plagado de viñedos que merecen una excursión. Y como la naturaleza ha sido generosa con esta región, también tienes playas turquesas donde darte un chapuzón. Puedes acudir a Camps Bay Beach, a la pequeña aldea pesquera Kalk Bay con sus coloridas casetas vestuarios, o bajar hasta Simon’s Town y visitar Boulders Beach donde puedes bañarte con pingüinos salvajes.
El hogar del preso 46664
En ferry desde la ciudad puedes llegar a uno de los destinos más visitados: Robben Island (‘isla de las focas’ en holandés). Es un museo declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO que anteriormente se utilizó para aislar a personas: primero a leprosos y luego a criminales. Durante su periodo como cárcel albergó a presos tan famosos como el Nobel de la Paz Nelson Mandela durante casi veinte de los 27 años que estuvo recluso a causa de su lucha contra el ‘apartheid’. Cuando fue liberado y luego elegido como presidente de la Nación Arco Iris, como llamaba a Sudáfrica, se dirigió a los ciudadanos desde el balcón del City Hall, edificio simbólico desde entonces. Para entender un poco más de lo que fue el ‘apartheid’ puedes visitar el Museo del Distrito Seis en el City Bowl, o el Township de Langa (‘township’ era el nombre que definía las chavolas donde se recluía a los negros lejos de los blancos).
Al encuentro del gran tiburón blanco
En tu viaje tendrás la oportunidad de vivir una de las experiencias en contacto con la naturaleza más emocionantes: localizar al gran tiburón blanco. Para ello dirígete hasta la costa del pueblo pesquero Gansbaai, un hábitat muy favorable para este predador marino de hasta cinco metros y una tonelada de peso. Tan a gusto están en estas aguas que seguro que divisas a más de uno. Y si te atreves completa la jornada sumergiéndote en una jaula para sentir cómo nadan a tu alrededor. Allí mismo también se encuentra el islote Dyer Island, famoso por sus colonias de focas y pingüinos. Desde allí, y de vuelta a Ciudad del Cabo, detente en Hermanus, la capital mundial del avistamiento de ballenas, donde los cetáceos se acercan a las costas de forma familiar, tanto que hasta puedes verlos desde la orilla. Se celebra un festival en su honor entre septiembre y octubre.