Tierra donde descansan las ruinas de nuestra civilización, cuna del modelo de vida de Occidente, corazón de las leyendas más famosas de la historia. Destino codiciado por las blancas laderas de Santorini y las musicales calas de Mykonos, lugar donde se esconden playas privilegiadas y se recitan leyendas prohibidas.
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Ruta imprescindibles a visitar en Grecia
Martina y yo queríamos sacar el máximo partido al país y recorrimos alrededor de 1.500 kilómetros entre coches, ferris, barcas y quads. Esta fue nuestra ruta:
Era agosto y un delicioso sol del Mediterráneo nos acompañó en nuestro viaje sobre las olas hasta el puerto del Pireo, el más grande de la capital.
Una ladera enorme plagada de casas blancas y edificios desordenados se iban distinguiendo cada vez mejor mientras nos acercábamos a nuestro destino.
Según llegábamos al muelle, varios trasatlánticos, ferris y cruceros se agolpaban para amarrar sus embarcaciones a un malecón abarrotado. Por fin desembarcamos y pisamos suelo ateniense.
No se sabe si Atenas viene de la diosa Atenea, o viceversa, aunque me gusta más pensar que la ciudad adopta el nombre de su símbolo por antonomasia.
Gracias a que Grecia también es un país europeo, no necesitamos cambiar la moneda ni la tarjeta SIM del móvil. Aprendimos que ‘buenos días’ se decía ‘kaliméra’, (tal cual, como suena), ‘buenas tardes’ era ‘kalispéra’ y ‘buenas noches’, kaliníjta.
Nos subimos al coche que nos esperaba en el puerto y pusimos rumbo al corazón de la ciudad. El tráfico era caótico, nos abrochamos bien el cinturón y disfrutamos del paseo lo más relajados posible, eso también era parte del viaje, ¿o no?
Casi un millón de personas habitaban en la ciudad, que guardaba uno de los mayores tesoros arqueológicos de la humanidad. Más de tres mil años de historia han construido unas sólidas bases culturales, representadas en su máxima expresión en los restos del Partenón, el Ágora y Acrópolis.
En poco más de treinta minutos nos adentramos entre las callejuelas del centro urbano. Las cuestas se empinaban cada vez más entre altos y descuidados edificios que formaban angostos callejones, era señal de que nos acercábamos cada vez más a la Acrópolis.
ACRÓPOLIS, ciudad de los vivos
Abandonamos el coche en un parking público y nos lanzamos a conocer de cerca la historia. La entrada a la Acrópolis era de 20€ y nos permitía recorrer libremente todo el recinto.
Cuando por fin entramos más allá de las vallas que lo protegen, me sucedió como cuando visitas por primera la Torre Eiffel o el Coliseo romano, es fácil sentirse en un lugar que parecía que lo conocía de siempre, pero siendo la primera vez que estaba allí.
El empedrado serpenteaba entre huellas de cultura legendaria y era fácil imaginar cómo había sido en sus tiempo de esplendor. La primera parada en el recorrido era el teatro Odeón de Herodes Ático, construido hace casi 2.000 años con muros de mármol y capacidad para 5.000 espectadores. Hoy en día se sigue utilizando y debe ser un lujo disfrutar de una obra de teatro en un entorno inigualable.
Seguimos sorteando obras de arte de tamaño colosal, atravesamos el Ágora y nos topamos con Erecteion. Añejo, como todo en el Acrópolis, este templo jónico fue levantado hace más de 2.500 años en la zona más sagrada del territorio, venerada por Atenea.
Echa un ojo a: las islas jónicas más bonitas.
La parte más famosa del mausoleo es donde se erigen cuatro columnas con forma de mujer, las Cariátides. Según la leyenda, estas doncellas soportaban el peso del templo durante toda la eternidad por ser las mujeres de los griegos traidores aliados a los persas, que sucumbieron en las Guerras Médicas ante sus compatriotas.
Dejamos el broche del recorrido para el final, el conocido por todos, Partenón. Es el principal estandarte de la Acrópolis, símbolo por antonomasia de la arquitectura clásica helena.
El edificio tiene alrededor de 2.500 años y pocos saben que se levantó para albergar una gran escultura de doce metros de Atenea Parthenos. Era un mausoleo sagrado erigido para venerar a la diosa de las diosas para los helenos.
Por motivo de las obras de mantenimiento del Partenón, andamios y grúas decoraban el templo. Es un mal necesario para poder disfrutar de la estructura como la conocemos hoy.
Las vistas desde el Acrópolis eran otro regalo, nos quedamos asombrados con el paisaje. Al noreste, el monte Licabeto protagonizaba imponente el paisaje levantándose sobre la urbe.
Al noroeste, el templo de Hefestión acaparaba la atención de nuestras miradas, conservado de manera excepcional. Asomaba entre la arboleda y hacía la función de punto de fuga hacia el manto de edificios que se expandían incontrolables hasta el monte Parnés.
Nos hubiéramos quedado más horas, pero a las 20:00h los guardias de seguridad nos invitaron a marcharnos del recinto y disfrutamos de un atardecer que nos transportó directamente a tiempos legendarios.
Se nos abrió el apetito y descendimos monte abajo hacia Plaka y Monastiraki, un barrio plagado de tiendas abiertas hasta la madrugada, restaurantes de gastronomía exquisita y rincones encantadores repletos de vida, donde se cruzaban tanto autóctonos como turistas.
Comimos un gyro en la taberna Bairaktaris, para chuparse los dedos. Es como un kebab, pero con más ingredientes, tiras de carne asada y arroz, verduras y patatas para acompañar. En Grecia SE COME MUY BIEN.
Y para cerrar el día, tomamos un cóctel de diseño en 360 Cocktail Bar, una de las terrazas más solicitadas de la zona, con unas vistas inmejorables a los pies del monte de los dioses.
Zakynthos, la isla desconocida de Grecia
Al día siguiente, teníamos otro gran objetivo que cumplir, visitar una isla que queríamos descubrir desde que vimos la foto de su playa más famosa hace muchos, muchos años. Cuando la contemplé desde un ordenador por primera vez, no sabía ni siquiera dónde se encontraba, pero sí que algún día tendría que conocerla en persona. Ese día había llegado.
Despertamos temprano, antes de que amaneciera. Bajamos a la calle, pusimos nuestro coche en marcha y nos encaramos hacia el oeste con el puerto de Killini como próxima parada. Teníamos por delante tres horas y media por la ruta de peajes y no podíamos demorarnos, nos aguardaba el ferri que habíamos reservado para ir directamente a Zakynthos.
La autopista estaba rodeada de llanuras verdes plagadas de viviendas incluso en las zonas más alejadas de la capital. El horizonte nos regalaba la visión de un mar que nos esperaba, a lo lejos, entre las montañas que recortaban el cielo.
Finalmente llegamos puntuales a nuestra cita con el ferri y aparcamos el coche dentro de él, en un parking interior en las tripas del inmenso barco donde cabían más vehículos de los que parecía mientras los operarios los colocaban como si fueran parte de un Tetris.
Los ferris en agosto están a pleno rendimiento y es necesario reservar con antelación. Suelen ser grandes embarcaciones que parecen centros comerciales sobre el mar y ofrecen trayectos bastantes cómodos y asequibles entre las islas griegas. Te aconsejo que chequees constantemente su horario en internet porque puede variar a última hora.
Un amplio grupo de delfines jugueteó junto a la proa, lástima que no me diera tiempo a fotografiarlos.
Tras una hora de trayecto llegamos al puerto de Zakynthos, un embarcadero colorido con mucha vida y gran ambiente. Los alrededores estaban plagados de terrazas, ajetreo en las calles y protegidos por una ladera con gran vegetación y cortada en seco en un desfiladero que conectaba con el pueblo pesquero.
El personaje más importante de Zakynthos era Dionisos Solomos, el famoso poeta autor del himno nacional de Grecia.
La isla medía cerca de 40 km de largo y 20 de ancho sobre un terreno de llanuras plagadas de vida, poblaciones costeras y montañas que bailaban con la costa y dejaban descubiertas inaccesibles playas de una belleza increíble, sólo aptas para los más osados. Sus carreteras eran serpenteantes y en ocasiones no estaban asfaltadas, por lo que no era fácil moverse a través del mapa.
Nuestra primera parada era Zante, también conocida como Chora, (la ciudad), que se encontraba al sureste. A mediados del siglo pasado un terremoto arrasó la metrópolis y hoy en día estaba reconstruida. Durante el verano, la población se multiplicaba y nuestro objetivo era alquilar una barca para perdernos descubriendo sus calas, islotes y cuevas marinas que sólo se podían visitar a través del agua. Fue fácil encontrar puestos en el puerto que ofrecían este servicio y nos permitieron lanzarnos a la mar. Si nunca has gobernado una barca de este tipo, en cinco minutos se aprende, es muy sencillo.
Ya teníamos al aspirante a Chanquete.
Y a la tripulación.
Zarpamos desde el puerto Limni Keri hacia la isla de Marathonisi, Oasis beach y Cameo Island en busca de las conocidas tortugas marinas Caretta, una especie característica de la zona que se ocultó a nuestros buceos en su búsqueda.
Tras cinco horas a bordo de nuestro particular ‘mini Titanic’, atracamos nuestra embarcación y pusimos rumbo al noroeste para ver el atardecer en el lugar más famoso de toda la isla.
NAVAGIO, para mí, LA PLAYA MÁS ESPECTACULAR DEL MUNDO
Aceleramos para alcanzar el sol aún suspendido en el aire. Llegamos a un terraplén donde encontramos una veintena de coches y abandonamos el nuestro. Me sorprendió no toparme en el recorrido con una enorme caravana de vehículos que entorpeciera nuestra llegada.
Caminamos a través del risco y recorrimos un paseo escabroso que nos concedió el acceso a una de las vistas más bonitas de las que he disfrutado nunca. La llamaban la Flor de Levante.
Ante nosotros se descubrió una playa perdida, ajena al paso del tiempo, una postal paradisíaca y seductora bañada por una lengua de agua que se clareaba y lucía más turquesa según se acercaba a la orilla. Un imponente muro natural de piedra caliza abrazaba la escena, como guardando con recelo un secreto que se le escapaba entre los dedos. Y para poner el broche perfecto, un barco varado descansaba sobre la arena. Se dice que tras un enorme temporal, hace más de 30 años, el navío utilizado por la mafia italiana acabó encallado para siempre.
Queríamos disfrutar de este tesoro desde el ‘terreno’. Para bajar a la playa se tiene que ir en barco. Sólo nos quedaba una solución, así que alquilamos otra barca al día siguiente a las 6:00h de la mañana, sí, has leído la hora bien. Amanecía a las 6:30h y queríamos ser los primeros en disfrutar de esta maravilla. Según avanzaba la jornada, decenas de embarcaciones turísticas plagarían de gente un entorno que queríamos tener sólo para nosotros. Fuimos puntuales a nuestra cita y todavía era de noche cuando subimos a bordo. Activamos nuestro GPS y cuarenta y cinco minutos desde la costa más cercana fueron suficientes para llegar a nuestro objetivo. ¡Dale al play y descúbrelo!->
Quiero dedicar este post a un viajero griego apasionado por este lugar, Dennis Arvanitakis, que tiene un recuerdo en el mirador de Navagio. Es uno de esos rincones que nos conciencian de lo afortunados que somos por poder seguir viviendo experiencias como esta.
Live the life you love.
En el siguiente post, sígueme en nuestro viaje a través de los secretos de dos islas estandarte de Grecia: Santorini y Mykonos. ¡Buen viaje amig@! #Aventuhero
Que viajes más chulos Aventuhero , y que fotos más bonitas, dan ganas de coger la maleta y salir corriendo a conocer esos paisajes, sigue sorprendiéndonos !!!
Siempre me había preguntado dónde estaba esa playa.
Buen posta y gracias por las recomendaciones.
Navagio es una pequeñita porción de paraíso en la 🌍 , poder verlo al amanecer y al caer la tarde son dos experiencias únicas y más si tienes la suerte de contemplarlo para ti solo😱😱
¡Qué ganas dan de volver!
Navagio es una pequeña porción de paraíso en la 🌍
Poder ver la puesta de sol desde sus acantilados o el amanecer adentrándose en la pequeña pero preciosa Playa de Navagio son de esas cosas que uno tiene que hacer una vez en la vida. ¡Leerte provocan unas tremendas ganas de volver!
Muy buen destino y narrativa. La combinación del paisaje abrupto con la playa, le da ese punto diferenciador.
Genial post aventuheroes!muy completo y entretenido. Con esas fotografías espectaculares y esos parajes únicos dan ganas de coger la maleta e ir para allá ahora mismo! A la espera de nuevos post viajes que compartáis con nosotros,aventuheroes!
Fantástico post! Hace que tenga unas ganas tremendas de visitar Grecia! Gracias!