Formas imposibles, colocaciones inauditas, y elementos tan dispares que ponen en duda nuestro propio raciocinio. Te presentamos tres edificios que escapan de todos los clichés.
Y empezamos por el llamado Palacio Ideal, donde ahora mismo el único rey al que rendir culto es el desorden, y si no, juzga por ti mismo si esta construcción no escapa de la imagen de palacio que todos tenemos en la cabeza. Para el cartero Ferdinand Cheval encontrarse con una piedra en el camino, lejos de ser un obstáculo, fue la inspiración de una obra maestra única, el Palacio Ideal, situado en Hauterves (Francia), al que dedicó 33 años de su vida. Ajeno al mundo artístico, decidió construir con sus propias manos, rocas y piedras, un edificio acorde a las visiones de sus sueños infantiles, dando como resultado un monumento histórico de 12 por 26 metros y 14 de altura que contiene elementos de arquitecturas tan dispares como templos hinduistas, castillos medievales o monumentos egipcios. Una ecléctica combinación de estilos y diseños que ha dado como resultado un palacio tan de cuento que incluso tiene su moraleja inscrita en su interior: “Para un corazón valeroso, nada es imposible». Pero si a algo nos recuerda esta imagen es sin duda a los míticos castillos de arena con los que niños (y no tan niños) disfrutan construyendo en la playa. Incluso hay quien dice que esta construcción se asemeja de alguna manera al estilo que el arquitecto Antonio Gaudí aplicó en la fachada principal de la Sagrada Familia. Pero pocas similitudes más con el monumento barcelonés podemos encontrar, ya que entre otras cosas, el Palacio Ideal sí que está terminado: Cheval lo dio por concluido justo 20 meses antes de morir, en 1924.

Y cambiamos de país, de continente e incluso de posición de nuestra cabeza, para contemplar esta segunda obra rebelde de la arquitectura que pone, literalmente, el mundo patas arriba. Porque si la habitación te da vueltas no es que hayas bebido demasiado, es que te encuentras en uno de los seis museos interactivos Wonderworks que hay repartidos por EEUU. Desafiando las leyes de la gravedad, el arquitecto Terry Nicholson ha invertido los edificios para adentrarte, ya desde fuera de estos museos que albergan exposiciones y atracciones de las ciencias más variadas, en el mundo de los fenómenos naturales. Porque según cuenta la leyenda, la alteración de la arquitectura se debe a que aterrizó boca abajo desde miles de kilómetros debido a un inesperado tornado. Y aunque dudamos seriamente de la veracidad de la historia, seguro que Wonderworks hará volar tu imaginación. Para ello pone a disposición de sus intrépidos visitantes seis zonas diferenciadas: en ‘Desastres naturales’ podrás convertirte, si te atreves, en un auténtico pararrayos humano. La zona del ‘Desafío físico’ es para lanzados: aquí puedes tumbarte en una cama de clavos o construir una burbuja de jabón tan grande como para poder acogerte en su interior. ‘Luz y sonido’ te reta a moverte a la velocidad de la luz, tocar el piano con los pies y comprender cómo se producen las sombras. En ‘Descubrimiento espacial’ podrás probarte una réplica exacta de un traje de astronauta y experimentar en tu propio cuerpo la sensación de ingravidez. El ‘Laboratorio de imaginación’ apunta directamente a tu creatividad permitiéndote crear verdaderas obras de arte con pintura digital o retándote a organizar los engranajes necesarios para que una máquina funcione. Y por último, la sala de ‘Galería de arte’ contiene una amplia colección de obras e ilusiones ópticas que pondrán en duda a tu sentido de la vista. En definitiva, un espacio que capta el interés por su exterior pero que lo despierta completamente por dentro.
No nos digas que la imagen no te recuerda al mítico juego de Alfanova, aquel set de alfarería con el que aprendíamos a diseñar las más rocambolescas creaciones de arcilla. Aunque para rocambolesca, la obra del arquitecto colombiano Octavio Mendoza, quien con el mismo material con el que tú fabricabas tu cenicero, ha sido capaz de construir una casa entera, y lo que es más importante, perfectamente habitable. El barro, la artesanía y el calor son el único secreto para ‘cocinar’ esta gran escultura donde todas las habitaciones y mobiliario están esculpidos en arcilla. Casa Terracota se encuentra a las afueras de Villa Leyva, Colombia, aunque quizá pronto puedas verla en otros lugares ya que esta casa es una propuesta de habitabilidad ecológica y comunidad autosostenible que responde a la idea de que cualquiera puede construir una vivienda para sí mismo usando elementos de la naturaleza y la guía adecuada. Y como resultado, ya lo has visto: una vivienda ‘verde’ pero de color marrón. ¿Te atreves a embarcarte en este proyecto de vida? O si simplemente te conformas con visitarla, puedes hacerlo todos los días de la semana de 9:00 a 18:00. El precio de la entrada es de $7 (unos 6€) y se destina a la conservación del espacio y combatir el deterioro del tiempo. No parece mucho teniendo en cuenta que brinda la oportunidad de pasear por la que está considerada la cerámica más grande de todo el mundo.