La Highway 61 es más que la hermana pequeña de la ruta 66. Es un recorrido paralelo al Misisipi que sigue, de Nueva Orleans a Chicago, las pistas del blues.
Sexo, carretera y blues en lugar de rock and roll. Así veía el mundo Sal Paradise, protagonista de la novela ‘En el camino’. El texto más famoso de Jack Kerouac dio forma y nombre al grupo de jóvenes descontentos con el mundo que se lanzaban a la carretera en el Estados Unidos de los años 50 en busca de riesgos, la conocida como ‘generación beat’. Fueron los pre-hippies y la música que sonaba en los casetes de sus coches era siempre el blues.
El blues que recorre Estados Unidos de sur a norte, de Nueva Orleans a Chicago, en lo que se conoce como la Highway 61 o Ruta del Blues. El río Misisipi marca una división física que sirve de guía para la ruta. Un trayecto que avanza en la misma dirección que el 8 de agosto de 1922 llevó a un joven Louis Armstrong a emigrar hacia el norte a bordo del mítico ferrocarril Illinois Central Railroad.
El barrio francés de Nueva Orleans, con su elegante arquitectura de estilo caribeño colonial, marca el inicio. Trenes, palmeras e impresionantes hoteles en una ciudad influenciada por el mestizaje, en la que conviven turistas con artistas callejeros que versionan clásicos del jazz, pero también del rock and roll.
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Aunque empieza en el francés, es en el barrio afroamericano donde más se siente esta ruta. Aquí está Congo Square, ubicada en el Louis Armstrong Park. En sus orígenes fue el lugar donde bailaban los esclavos africanos. Aquellos ritmos ya no se oyen hoy en esta plaza, pero dejaron su huella en el jazz. Musicians’ Village es otra zona para detenerse antes de continuar la ruta. Son 72 casas construidas para una población de músicos que perdieron sus casas en el Huracán Katrina, aunque hoy convive gente de todo tipo. Más de 40.000 voluntarios participaron en la construcción de estas casas con fachadas de colores. También levantaron una escuela de música que pretende ser el laboratorio de donde salga la nueva generación de músicos de Nueva Orleans.
Seguir el Misisipi
La Ruta 61 atraviesa el estado por carreteras apenas transitadas. Un viaje en el que atravesar pueblos perdidos y campos de algodón. El delta del Misisipi es uno de los estados más mitificados de los Estados Unidos, y suena, para ahondar en su leyenda, a blues. Dentro de la región del Delta, Greenville es una de las zonas más pobladas, aunque su apariencia sea la de un pequeño pueblecito. A medio camino entre Clarksdale –merece la pena el local Shack Up Inn– y Vicksburg, es sede del Mississippi Delta Blues&Heritage Festival, un encuentro que comenzó en 1977, y que se ha convertido en el festival más antiguo de EEUU.
Visitar la casa de Elvis
En Memphis lo mas visitado es Graceland, la casa de Elvis Presley, convertida en un parque de atracciones del turismo mitómano. Es una mansión colonial abierta al publico desde 1982, diez años después de la muerte del Rey del rock and roll. Memphis es, además, una ciudad de contrastes donde conviven casas barrocas con chabolas. El circuito autoguiado es acompañado de un audio con la voz de Elvis, Priscila y Lisa Marie.
Subiendo hasta el estado de Tennessee, se puede hacer una parada en Nashville, donde el blues da paso a otros estilos musicales. Esta ciudad es una mezcla de los tonos de los años sesenta, mezclados con country y toques punk de los noventa. Pero además del museo Country Music Hall of Fame –donde puede verse el Cadillac de oro de Elvis– y del Grand Ole Opry House, la ciudad está llena de bares universitarios y salas de conciertos donde también suena, claro, música blues.
Primeros pasos de Tina Turner
La ruta continúa hasta St. Louis, autoproclamada hogar del blues, aunque a menudo la música se combine con las chuletas de cerdo cocinadas lentamente en salsa barbacoa. Es la ciudad más extensa de las Grandes Llanuras y al atractivo de la música, se le suman otros como la cerveza o los bolos. Además, esta ciudad guarda en su historia el haber sido donde muchos artistas dieron sus primeros pasitos en la música. Scott Joplin, Chuck Berry, Miles David o Tina Turner fueron algunos.
La ruta finaliza en Chicago, donde está la mítica Chess Records, la discográfica que lanzó a iconos del blues, además de a los primerizos del rock and roll, que ya venían pisando fuerte. Al margen de la música, es recomendable disfrutar de las vistas del John Hancock Center, uno de los edificios más altos del mundo con sus 100 pisos y más de 340 metros. Pero la noche volverá siempre a llevar al viajero hacia el blues y dos locales míticos son Green Mill y Buddy Guy’s Legends.
Los 1.770 kilómetros de la Highway 61 o Ruta del Blues (más otros 684 si se llega hasta Nashville) los completan una pizca de leyenda y mucha literatura como la que escribieron los autores de la generación beat y que forman parte del camino tanto como la carretera. A su paso por Deweyville, en Texas, uno de los personajes de ‘En el camino’, evoca tiempos pasados y le pregunta a su compañero: “Tío, ¿te imaginas lo que sería si nos encontráramos con un club de jazz en estos pantanos lleno de negros amistosos tocando blues y bebiendo licor de serpiente y haciéndonos señas?”. Atrás queda la ruta, pero como en el personaje de Jack Kerouac, las notas del blues quedarán grabadas en la memoria del viajero.