Despídete de Roma, Venecia y Florencia, al menos por ahora. Nos vamos de excursión a los pueblos más bonitos y desconocidos de Italia.
Nos encantan el Coliseo, el Ponte Rialto y la catedral de Florencia, pero hoy queremos enseñarte los mejores rincones para perderte en “la Bota”. Son menos turísticos, pero sus casas coloridas y sus paisajes auténticos te enamorarán tanto como un paseo en góndola.
Manarola (Liguria)

Al norte de Italia se encuentra este asentamiento marinero, el último pueblo de Cinque Terre. Sus casitas de colores se reparten por el acantilado como suspendidas en la piedra. Para el poeta italiano Lino Crovara, son “una colmena en la roca”, pero en realidad son casas-torre, una construcción típica de la Edad Media. Vía de Mezzo es la calle principal y en ella se deja sentir el ajetreo propio del lugar en sus bares y negocios locales, pero la cara más bonita no está dentro sino en las afueras. Los pueblos de Cinque Terre están unidos por la Ruta Azul, un sendero de unos 12 kilómetros que camina entre olivos y viñedos, con el mar Mediterráneo siempre al lado. Antes de ponerte en marcha, prueba la focaccia de la pizzeria La Cambusa.
San Gimignano (Toscana)

Desde la lejanía se distinguen sus trece torres, su seña de identidad. En la Edad Media llegó a haber más de 70. Entonces eran un símbolo de poder y las familias medían su influencia por los metros de altura de sus construcciones. Nosotros encantados: gracias a esta competición de egos, hoy tenemos las mejores vistas de la Toscana. La Torre Grossa, en la Piazza del Duomo, es la más alta con sus 54 metros. Fue construida en 1298, pero no es la más antigua. Este honor corresponde a la Torre Rognosa (Roñosa). Más bajitas, pero no por ello menos importantes, son el resto de edificaciones que completan este pueblo medieval, Patrimonio de la Humanidad desde el año 1990. La Piazza de la Cisterna y el Palazzo del Popolo son algunas de ellas.
Dozza (Bolonia)

A 40 kilómetros de Bolonia está este pueblo-pinacoteca al aire libre. Cada dos años, se celebra la Bienal de Arte Contemporáneo «Muro Dipinto» en el que artistas de varios países despliegan su arte por los muros de toda la ciudad. El encanto medieval se acentúa con el colorido y la originalidad de las pinturas y el pueblo se convierte en una obra de arte viviente . Esta iniciativa, apoyada por el Museo de Arte Moderno de Bolonia, surgió en los años sesenta. Pero Dozza no es la única ciudad italiana en que cambian los graffitis por murales. Orgosolo, en Cerdeña, combina el arte y activismo en sus calles. Los frescos que las decoran contienen mensajes sociopolíticos de lo más variados, desde la repulsa a la caza de ballenas en Japón hasta las huelgas de los trabajadores. En Roma tienen la Capilla Sixtina, pero en Orgosolo y Dozza, los artistas toman las calles.
Atrani (Costa Amalfitana)

Cerca de Amalfi, los arcos de la playa de Atrani reciben a las aguas del mar Tirreno. El pueblo marinero, conocido por sus características casas blancas, se extiende por la costa en la desembocadura del valle del Dragón y lo hace por callejuelas estrechas y patios medievales. Pese a ser el pueblo más pequeño de la Italia meridional, está considerado uno de los más bellos. Destaca el complejo de Santa María de la Magdalena, fundada en el año 1274. La fachada blanca de la Colegiata se ve desde el agua y es uno de los pocos ejemplos de arquitectura rococó de la zona. Otra de las iglesias destacadas es la de San Salvatore de Birecto, a la que se accede desde la Piazza Umberto. Como parte de la Costa Amalfitana, ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad.
Nesso (Lombardía)

Una cascada irrumpe entre las casas del pueblo, partiéndolo en dos y regalándonos una de las fotografías más bonitas de Italia. Se trata de un lugar escondido y tranquilo en las orilla oriental del Lago Como. Le reconocerás por sus aguas color turquesa y sus casas coquetas de color pastel. Aquí se mezclan también con construcciones de piedra, como el antiguo puente romano que une los dos lados del pueblo (y desde el que se tienen las mejores vistas de la cascada). Es un lugar perfecto para desconectar y hacer senderismo. Y acabar la jornada dándose un chapuzón en el Lago Como.
Civita di Bagnoregio (Lazio)

“La ciudad que se muere” se sitúa, solitaria, en lo alto de una montaña de toba, un tipo de roca arcillosa, en pleno proceso de erosión. La lluvia, el viento y los torrentes de los valles ponen en peligro a este pequeño pueblo medieval, fundado por los etruscos hace 2.500 años. Para llegar, hay que atravesar el puente peatonal que lleva hasta la puerta de Santa María, el único acceso a la ciudad. Una vez allí, sentirás que has viajado en el tiempo, todas sus calles guardan recuerdos de su larga historia, desde palacetes medievales hasta la gruta de San Bonaventura. Cuenta la leyenda que en esta tumba etrusca se alojó San Francisco de Asís. Pero no viven solo del pasado: aquí se sitúa también el único museo dedicado a los ovnis de Italia: el UFO Museum.
ITALIA: Un país con un encanto especial.